lunes, 10 de octubre de 2016

…Y la Biblia ¿qué dice sobre LAS MALDICIONES GENERACIONALES?




Ella había agachado la mirada, como sintiéndose culpable por lo que estaba sucediendo. El esposo sólo guardó silencio con aires de resignación. Ambos habían venido a mi oficina pidiendo auxilio pastoral a su agrietada relación conyugal, que desde hace algunos meses había perdido la magia de tenerse el uno al otro. No era sencillo encontrar la razón del desencanto, ambos se trataban con respeto, amaban su familia, les iba bien en los negocios; no había razón explícita que justificara la situación. En ese momento, ella rompió el silencio y, desde lo que su rostro ya había anunciado, dijo: Pastor, yo soy la única culpable. Le pregunté por qué pensaba eso – Porque mi matrimonio está destinado al fracaso – Me dijo. Luego agregó – En mi familia los matrimonios no duran para siempre. La abuela tuvo tres maridos y al final quedó sola, mi madre se divorció de mi papi cuando yo era aún una niña, y mis dos hermanas mayores también están divorciadas. En la iglesia donde estaba antes, me dijeron que se trataba de una “maldición generacional” que yo debía romper, pero no sé cómo, y ahora sé que me ha llegado la hora, la maldición ha llegado también a mi casa – El esposo la abrazó en su llanto y me miró como rogándome que, en virtud de alguna facultad espiritual especial, rompa la maldición en ese mismo instante. Luego, con el alma cansada por llevar sobre sus hombros una carga que no había pedido, me dijo – Pastor, y la biblia ¿Qué dice sobre las maldiciones generacionales?

Hoy quiero responder a esa pregunta. No en virtud al cuestionamiento de esta pareja, sino, por el encierro espiritual que la doctrina de “las maldiciones generacionales” ha ocasionado en la vida familiar de estas buenas personas y muchas otras.

1. ¿De qué se trata la doctrina de las maldiciones generacionales?

Esta doctrina enseña que algunas personas nacen y viven presas de un pecado, conducta, o condición que han heredado de sus padres o generaciones anteriores. Esto pone a la persona en una situación irremediable frente a su conducta, pues lo que hace no está completamente sujeto a su voluntad, sino, a una disposición o maleficio divino que está castigando a las generaciones por el pecado de algún progenitor del pasado.

Según los grupos que defienden esta doctrina, la única manera de romper con estas maldiciones, es por medio de ciertos rituales de liberación dirigidos específicamente a cortar, desde la raíz, el pecado que se viene arrastrando generación tras generación. Es difícil determinar el tiempo y lugar de origen de esta doctrina. Pero su divulgación ha encontrado lugares fecundos en el ambiente de algunas iglesias evangélicas que la promueven.

Como esta doctrina no ha sido sistematizada formalmente, se la puede encontrar con algunos matices. Por ejemplo, para algunas iglesias radicales, es necesario organizar encuentros, retiros, o actividades especialmente dirigidas al quebrantamiento de estas maldiciones, para romperlas completamente. En otras iglesias, la doctrina se entiende de forma menos rígida, aludiendo que no necesariamente se trata de una maldición, en el sentido más místico o mágico del término, sino, de un patrón de conducta aprendida que condiciona a los hijos a la misma conducta pecaminosa de los padres. Esta segunda opción podría sonar más atractiva y razonable, pero es igual de peligrosa como la anterior; pues su fundamento bíblico sigue teniendo el mismo sesgo, aunque pretenda ser una lectura más amigable.

2. ¿Qué dice la Biblia acerca de las Maldiciones Generacionales?

Debemos avanzar despacio y con cautela, pues esta pregunta tiene muchas aristas. Por eso, voy a tomarme el tiempo de explicar brevemente y por separado los conceptos de “maldición” y “generación” en el contexto bíblico. Luego, nos enfrentaremos a algunos textos donde estos conceptos aparecen y señalaremos pautas para comprender estos pasajes en su contexto.

-          ¿Qué es una maldición en el contexto bíblico?

Para el judaísmo bíblico, y para las culturas circundantes de la época, la palabra no era solamente un sintagma portador de significado. Ésta tenía un poder que actuaba independientemente de aquél que la ha pronunciado, pudiendo ser creadora, pero también destructora. El acto de maldecir, consistía en proferir una sentencia de aniquilamiento más allá del empleo de la fuerza; más bien, por el poder de la palabra.
Este principio traspasa el simple acto de desear mal a alguien, o pronunciar palabras hirientes, o psicológicamente perniciosas. En la concepción oriental antigua, se trataba de un maleficio que exponía al receptor a la voluntad de fuerzas suprahumanas destructivas que, por la maldición proferida, eran movilizadas para su exterminio. Más o menos, al puro estilo de Maléfica en “La Bella Durmiente”.

En esta concepción, Dios, o los dioses, están fuertemente relacionados. Pues son ellos quienes hacen efectiva la maldición. Tal es el caso del “anatema”, aquello que ha sido maldito, ofrendado, entregado al juicio divino. En este caso, la única esperanza que existe frente a esta maldición es que la divinidad cambie de parecer, y arbitrariamente, o por el clamor de sus súbditos, invalide la execración.

La teología del Nuevo Testamento rechaza esta práctica. Textos como Lc 6,28 (“Bendecid a los que os maldicen…”), y Rm 12,14 (“…bendecid, y no maldigáis”); muestran su repudio sobre el tema. El Apocalipsis, cierra su discurso escatológico sobre su visión del nuevo Israel, afirmando que en ese nuevo reino “no habrá más maldición” (Ap 22,3).

-          El uso del término “generación”

Generación, del hebreo dor, significa duración, denotando periodo, edad, ciclo, lapso de la vida, un ciclo vital. Pero su uso en la Biblia tiene muchas veces un sentido figurado y teológico, importante para los propósitos de nuestro estudio. Por ejemplo, puede referirse a un grupo de personas que comparten rasgos característicos, como su bondad o su maldad, como en Gn 7,1 “…a ti he visto justo delante de mí en esta generación”. Pero también, y más importante, puede usarse para construir fórmulas poéticas, como la expresión: “de generación en generación”, para decir “siempre” (Sal 49,11; 72,5; Dn 4,3; Jl 3,20; Lc 1,50). O fórmulas legales como: “Hasta la tercera y cuarta generación”, para graficar la justicia divina que no se sobrepasará en su corrección, es decir, que no se ensañará para siempre con el pecador (Ex 20,5; 34,7; Dt 5,9). En tiempos anteriores a la influencia griega, se calculaba una generación en cien años (Gn 15,16 en relación a Ex 12,40); mientras que en el contexto griego cien años equivalían a tres generaciones.

También es importante señalar el carácter comunitario con el que se entiende el término “generación” en el contexto bíblico. En nuestro mundo contemporáneo el término “generación” se concibe sólo en función del individuo y su descendencia. Sin embargo, en el contexto semítico antiguo, este concepto trae una connotación colectiva que no debemos pasar por alto. Aunque puede referirse al linaje propio de alguien, su comprensión siempre es colectiva, e involucra a la comunidad adherida a su descendencia y a la sociedad que se construye alrededor de ella.

-          Ahora sí, leamos algunos textos claves

Hemos llegado hasta este punto señalando dos conclusiones que quiero recordar. La primera, que en la Biblia sí existe una teología sobre las maldiciones, fuertemente arraigada en la cosmovisión oriental antigua sobre el poder de la palabra. Esto es innegable. Y la segunda, que el concepto de “generaciones” es vital en la comprensión temporal y teológica del pensamiento judío antiguo. Lo que ahora corresponde averiguar, es si estos dos términos se juntan en algún momento de las Escrituras generando un único concepto de “Maldiciones generacionales”.

Para esto, revisaremos cuatro versículos bíblicos que son fundamentales en la teología de las Maldiciones Generacionales.

Éxodo 20,5-6
5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Éxodo 34,7
7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.
Números 14,18
18 Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.
Deuteronomio 5,9-10
9 No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
10 y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Ahora que tenemos aquí estos cuatro pasajes bíblicos, enumeraré mis observaciones para pueda distinguirse mejor el análisis y evitar que la lectura sea confusa:

1)     Ausencia absoluta del término “maldición”

Es curioso que en los cuatro textos bíblicos fundamentales para la teología de las Maldiciones Generacionales, el término “maldición” nunca aparezca. Cuando en la Biblia existe una sentencia de execración, la palabra “maldición” se utiliza sin ningún reparo (Nm 5,22; Dt 28,20; Jue 9,57). Pero este no es el caso de los textos que tenemos en frente, ninguno de ellos dice que “Jehová maldice la maldad de los padres”, sino, que “Jehová visita la maldad de los padres” ¿qué significa que Jehová “visita”?

En los cuatro textos, el verbo utilizado es el mismo: פֹּקֵד (pâqad), que no tiene nada ver con maldición, sino, con una visita, en este caso, hostil, para corregir una acción. Pretender leer en estos textos un conjuro maléfico es violentar el pasaje haciéndole decir lo que no dice.

Es interesante que el autor bíblico utilice el verbo visitar, pues lo que quiere connotar es que, frente a estos pecados, Dios quiere hacerse cargo de la corrección, personalmente e íntimamente. Es decir, donde la teología de las Maldiciones Generacionales ve a un Dios airado lanzando maldiciones al hombre por su pecado; el autor bíblico ve a un Dios que decide salir al encuentro del pecador, para visitarlo y corregirlo, pero no solamente a él, sino, para cuidar que sus generaciones no cometan el mismo error de su padre.

2)     Visita la maldad, no la reproduce

Por alguna razón, en la teología de las Maldiciones Generacionales, se ha entendido la expresión: “visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación”, como “Reproduce la maldad de los padres sobre los hijos”. Y sobre la base de esta mala lectura, se afirma que el pecado de los padres es reproducido también en los hijos y en su generación, hasta que esa “maldición” sea rota.

Este es uno de los errores más peligrosos de esta teología. Pues al leer el texto de esta manera, los creyentes se sienten atados a una fuerza maldiciente que ha predeterminado su infortunio ¡Esto no es cierto! En ningún momento los pasajes quieren dar esa enseñanza. Como ya dijimos, Dios no maldice a los padres por su maldad, ni mucho menos reproduce el pecado de los padres en sus hijos. Dios visita, corrige, reprende, la maldad de los padres; y aún continúa corrigiéndolas en las generaciones venideras. El propósito de Dios no es hacer que el pecado de los padres se reproduzca en los hijos, sino, extirpar el pecado, y si para extirparlo es necesario que Él personalmente visite hasta la tercera y cuarta generación, lo hará, por amor a los suyos.

3)     Hasta la tercera y cuarta generación

La expresión “hasta la tercera y cuarta generación” aparece literalmente en los cuatro textos. Esto se debe a que dicha expresión corresponde a una fórmula literaria tal y como lo explicamos en “el uso del término generación”, por lo que no debe ser leída en forma literal. Se trata de un término legal para sentenciar la corrección divina que recibirá el infractor. Es como nuestro moderno: “He dicho, caso cerrado”.

Pero en este caso tiene un significado teológico importante. Señalar la visita de Jehová hasta la tercera o cuarta generación, demuestra la misericordia de Dios frente al pecador; pues su castigo no durará para siempre, porque lo único que dura para siempre es la misericordia de Jehová, no su castigo.

4)     Grande en misericordia

Ya vimos que el término “maldición” no aparece por ningún lado en estos textos. Más bien, el término “misericordia” es un común denominador en los cuatro pasajes. Esto quiere decir que, en contra de lo que dice la teología de las Maldiciones Generacionales, estos textos no quieren presentar al Dios que maldice, sino, al Dios que hace misericordia, aún, con los que le fallan.

En el segundo texto (Ex 34,7), incluso habla de perdonar la iniquidad, la rebelión y el pecado por su misericordia. Cada uno de estos textos están siendo escritos para mostrarnos la misericordia de Dios. Lamentablemente, la teología de las Maldiciones Generacionales, ha convertido la imagen del Dios benevolente que estos textos presentan, en la imagen de un Dios iracundo que, cual brujo ofendido, lanza maldiciones a quienes le provocan.

Queda claro, entonces, que en ninguno de estos textos se encuentra algo que pueda fundamentar una doctrina sobre las maldiciones generacionales. Todo lo contrario, cada uno de estos pasajes exalta la misericordia de un Dios que se preocupa por nosotros, y que frente a nuestra iniquidad, nos visitará, sí, pero no para maldecirnos, sino, para corregirnos, reprendernos y castigarnos si es necesario. Y se quedará en nuestra casa, si es posible, unas cuantas generaciones más, hasta que su misericordia y su cuidado lo inunde todo, y lo transforme todo.

Pueden haber otros textos donde esta teología intente legitimarse, como: Dt 11,28; 28,20; Pr 3,33; Is 43,18 Jr 26,6; Dn 9,11; Mal 3,9; y muchos otros, pero en ninguno encontrará un verdadero sustento para hablar de una “maldición generacional”. Por el contrario, sí hay textos explícitos donde Dios expresa su “bendición generacional”, no para tres, cuatro, o cinco generaciones, sino, para mil, es decir, infinitamente:

Deuteronomio 7,9
“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones”.
Además, esto de andar cargando la maldición de los padres sobre los hijos, no es parte de la teología bíblica:

Deuteronomio 24,16
“Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado”.

Finalmente, quiero decir que lo dicho en este estudio, no invalida que en las familias existan patrones recurrentes de comportamiento. Pero eso, debe ser entendido y tratado en el marco de una atención responsable y personalizada, pues cada particularidad familiar es una realidad compleja. No es justo para las familias de las iglesias, que pretendamos explicarles su situación con un simple: “se trata de una maldición generacional. Ven al siguiente encuentro y serás libre”. Cada familia debe librar su propia batalla, muchas como consecuencias de un error que ellos mismos cometieron, o por errores que cometieron los padres al criarlos. Pero en vez de poner una carga más en el corazón de esa familia, diciéndoles que están malditos, leamos estos mismo textos, y enseñémosles que en medio de nuestras, luchas, rebeldías y pecados, Jehová nos visitará, tal vez con brazo fuerte y reprensión divina; pero no nos soltará, ni a nosotros ni a nuestros hijos, ni a los hijos de nuestros hijos, sino que, su misericordia estará con nosotros hasta por mil generaciones, hasta que aprendamos a amarlo y guardar sus mandamientos. 

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J. L. Verdi
Profesor de Biblia y Teología en SEMISUD
(Seminario Sudamericano - Ecuador)

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3 comentarios:

Espectacular,de oportuna edificación...Benciciones,

Muy oportuno para la edificación de la iglesia actual.

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