Hace
pocos días, aprovechando el feriado nacional del Día de la Independencia
ecuatoriana, con la familia decidimos alejarnos del bullicio urbano para
escucharnos un poco mejor entre nosotros mismos. Viajamos menos de una hora y nos
internamos en la mitad de un parque natural boscoso, al pie de los soberbios pinos
que se elevaban alrededor nuestro, dándonos sombra y un agradable ambiente
fresco en medio del verano quiteño.
Prontamente,
cada uno encontró sus primeras actividades para distraerse antes de reunirnos a
la mesa. Mis dos hijas, de cuatro y dos años, no tardaron en convertir todo el
escenario en uno de los bosques de sus cuentos de hadas, claro, la abuela
estaba obligada a acompañarlas en la aventura. Los demás, con el instinto
carnívoro encendido, iniciamos el rito parrillero del asado.
Alrededor
del carbón y la carne, asomaron todo tipo de temas, pero uno en especial fue el
que polarizó el diálogo. Un día antes, a mi suegro le había llegado una
publicación en Facebook donde se afirmaba que Nazareth, la ciudad de Jesús (el
nazareno), nunca existió. “Carlitos” no desaprovechó la oportunidad de
consultar con su yerno teólogo sobre el asunto, así que lanzó la pregunta y se
inició el debate. Desde donde yo lo veía, sólo faltaba un diálogo sobre Biblia
para que el día sea perfecto, así que sin perder tiempo empecé la explicación,
la misma que ahora amplío para ofrecer datos mayores y más precisos.
La
publicación que recibió mi suegro, afirmaba categóricamente que Nazareth, como
localidad física y temporalmente ubicable, era una fantasía, nunca existió
verdaderamente. Aunque a la mayoría de cristianos, les parezca descabellada
esta conclusión, la idea no es del todo infundada. La verdad es que prácticamente
no existen fuentes antiguas que den testimonio de la existencia de este lugar,
más que la biblia. Pero ésta sólo en el Nuevo Testamento, en el Antiguo
Testamento Nazareth nunca es mencionada, ni en los libros deuterocanónicos y
menos aún en los apócrifos. Esto ha llevado a que desde algunos espacios, no
necesariamente académicos, sino, más bien aficionados, se llegue a la
conclusión de la inexistencia de la ciudad de Jesús.
Otros
motivos para pensar que Nazareth nunca existió, está en que algunos textos
importantes de los primeros siglos de nuestra era, no la mencionan. Flavio
Josefo, célebre escritor del siglo I, nunca menciona Nazareth en ninguno de sus
escritos, ni siquiera cuando se refiere a las localidades de Galilea. Los
escritos rabínicos como la Mishná o el Talmud, tampoco hacen alusión a esta
localidad, a pesar de nombrar sistemáticamente 63 ciudades de la misma región.
Entonces, es natural que para quienes no tienen la Biblia como un texto
históricamente fiable, su testimonio aislado sobre la existencia de este lugar,
no sea válido.
Sin
embargo, las investigaciones arqueológicas en torno a Nazareth han sido
fecundas. Aunque el testimonio bíblico sobre Nazareth fue aislado en un
principio, existe una inscripción del siglo III o IV, en un pequeño fragmento
de mármol proveniente de una sinagoga en la Cesarea Marítima de Herodes, donde
menciona que en el contexto de la segunda guerra judía (mediados del siglo II)
un grupo de rabinos judíos se establecieron en Nazareth. He aquí entonces, una
epigrafía extrabíblica, que corrobora la existencia de esta localidad ¿Pero es
la misma Nazareth bíblica, la aldea del Maestro? Todavía es muy pronto para
responder a esta cuestión. Mejor sigamos revisando algunos otros datos.
En
este mismo lugar, donde los sacerdotes judíos se asentaron en el siglo II, el
emperador Constantino mandó a construir una basílica, en lo que ya se conocía
como la supuesta casa de la Virgen. Esto hizo que Nazareth pronto se convierta
en un lugar de peregrinación, hasta que después de distintas ocupaciones
propias de la agitada situación geopolítica del lugar, sea destruida casi por
completo por el sultán Baibar en 1263. La pequeña ciudad, ya reconocida para
ese entonces como la Nazareth de Jesús, quedó en ruinas. Hasta que en 1730 la
orden franciscana consiguió autorización del gobierno turco para edificar allí
una iglesia cristiana. A partir de entonces, el lugar se ha convertido en un
centro religioso de suma importancia para la tradición cristiana hasta hoy.
Aunque desde 1948 la región le pertenece al estado de Israel.
Hasta
ahora, podemos responder parcialmente a la pregunta ¿Existió Nazareth
realmente? Por lo menos, a partir del siglo II d.C. las evidencias de su
existencia son irrefutables ¿Pero es esta misma Nazareth el lugar donde se crio
Jesús en el siglo I?
Fue
el padre Viaud el primero que inició excavaciones arqueológicas en la Nazareth
que conocemos hasta ahora, a finales del siglo XIX. Más tarde, ya a mediados
del siglo XX, el padre Bagatti, con un mayor alcance geográfico, continuó con
las excavaciones. Sus estudios han arrojado datos importantes que pueden ayudar
a explicarnos por qué en el siglo I Nazareth es completamente desconocida en la
literatura judía.
En
el siglo I, Nazareth era una aldea prácticamente desconocida. Estaba ubicada
entre las montañas de la baja Galilea a aproximadamente 9 Km. al sur de la vía
principal que conectaba a Egipto con Damasco. Su lejanía de las rutas
comerciales nunca propició su desarrollo como comunidad. Es probable que su
extensión no haya sido mayor a las 2 hectáreas y que, en el tiempo de Jesús, su
población no haya superado los 400 habitantes. Vivían en cuevas, algunas veces
naturales y otras excavadas en piedra de cal. La aldea estaba ubicada en la
ladera de uno de los montes que todavía son posibles de apreciar en la
actualidad; pequeñas colinas que forman en algunos extremos pequeños barrancos
donde podría ambientarse el relato de Lc 4,29 cuando la muchedumbre quiere
arrojar a Jesús por el peñasco. No hay indicios de que haya existido una
sinagoga en Nazareth, por lo que la alusión que hace Lc 4,16 puede referirse a
una habitación modesta o sencillamente a la reunión de judíos en torno a una
liturgia sinagogal.
Esta es la razón por la que muchos pueden dudar de la existencia de Nazareth. Buscar a Nazareth en la realidad geopolítica del siglo I es como buscar una aguja en un pajar. Es como pretender que de aquí en dos mil años hayan registros, documentos, edificios de una de esas pequeñas aldeas que se encuentran a kilómetros de nuestras carreteras, internadas en el bosque, de las cuales, ni siquiera los más notables saben de su existencia. Así era Nazareth. Sin embargo, la Biblia la menciona sin tener necesidad de hacerlo ¿Cuál sería el motivo para inventar un lugar como Nazareth y decir que Jesús vivió ahí? Más bien, decirlo desfavorece a la reputación del predicado Rey de los Judíos.
Esta es la razón por la que muchos pueden dudar de la existencia de Nazareth. Buscar a Nazareth en la realidad geopolítica del siglo I es como buscar una aguja en un pajar. Es como pretender que de aquí en dos mil años hayan registros, documentos, edificios de una de esas pequeñas aldeas que se encuentran a kilómetros de nuestras carreteras, internadas en el bosque, de las cuales, ni siquiera los más notables saben de su existencia. Así era Nazareth. Sin embargo, la Biblia la menciona sin tener necesidad de hacerlo ¿Cuál sería el motivo para inventar un lugar como Nazareth y decir que Jesús vivió ahí? Más bien, decirlo desfavorece a la reputación del predicado Rey de los Judíos.
Visto
de esta manera, la afirmación de Natanael cobra mayor sentido, cuando dijo: “¿De
Nazareth puede salir algo de bueno?”. Hoy en día, algunas personas, como quien
hizo la publicación de la no existencia de Nazareth, esperan tener testimonios
arqueológicos convincentes que relacionen fehacientemente a Jesús con Nazareth
en el primer siglo, más allá de la Biblia; para creer en el testimonio de los
evangelios. Pero lamento decepcionarles, el Hijo de Dios, no solamente nació en
un pesebre, sino, también vivió la mayor parte de su vida en una de las aldeas
más empobrecidas de su región Tan pobre e insignificante era Nazareth, que no
la mencionan ni los historiadores de la época, ni los mismos rabinos judíos.
Pero desde la experiencia y la esperanza de los pobres de Nazareth, “aquella
luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Jn 1,9).
Hice
esta pequeña reseña no solamente para responder a una publicación que, quién
sabe, cualquier distraído escribió. La hice porque pienso que así como este
personaje pretende negar la existencia de una aldea, solamente porque sus
habitantes no tuvieron las oportunidades para construir una ciudad mejor, que
trascienda en la historia y que sus murallas no se desgasten con el tiempo; así
también hacemos nosotros muchas veces. Cuando “invisibilizamos” a las
comunidades vulnerables, empobrecidas, rurales, sólo porque pensamos que su historia
no es relevante. Cuando silenciamos el clamor del pobre y queremos borrar, como
sociedad, sus denuncias y sus luchas en legítima defensa de sus derechos. Me
preocupa esta pretensión de dejar a Jesús sin la identidad que lo unía con la
gente y lo hacía pueblo: “El nazareno”. Jesús, no es sólo Jesús, el Hijo de
Dios; también es: Jesús de Nazareth.
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1 comentarios:
Creo que soy un privegiado al ser el primero en comentar este interesante artículo.. No soy teólogo ni estudiante de esta interesante profesión pero ello no me impide conocer cada vez más sobre aquel que vino a salvarnos y enterarme por medio de tus estudios, con un poco más de exactitud, sobre la procedencia geográfica de Jesús, me pone a pensar en el inmenso amor que tuvo él por nosotros al decidirse, no solo venir a morir por nosotros, sino que desde el principio demostrar su sacrificio dejando toda la gloria de su reyno para venir a nacer en un pecebre y sin ser eso suficiente para demostrar su humildad, ser habitante de una aldea tan recóndita y olvidada que hasta la fecha no existe certeza de su hubicacion y desarrollo, si es que lo tuvo. Definitivamente es incomparable el amor de Jesús que la afirmación de la biblia al decir que "se humilló hasta lo sumo", no solo es aplicable al momento de su captura, tortura y muerte, sino desde el primer instante dentro de este mundo. Felicitaciones hermano, sigue adelante que eres una bendición para el crecimiento crisitano de quien te lee. Un fuerte abrazo de un fervierte lector de tu blog.
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